La presencia de David Beckham en el estadio San Siro ya había aportado el glamour semejante desde las gradas. El astro inglés pisó el césped milanista, bien abrigado y con una bufanda roja y negra, la que desplegó una y otra vez ante la devoción de la gente.
Por eso, el equipo debía olvidarse de los flojos resultados de las últimas jornadas y debía aportarle su propio estilo a la gala. Y, ¡vaya si respondieron! el equipo rossonero hizo todo bien, bailó la samba durante noventa minutos y goleó al Udinese, como para demostrarle al invitado de honor lo que le espera. Un equipo de primer nivel mundial, que cuando quiere brilla en cualquier espacio del campo de juego.
Desde el retorno de Kakà (post declaraciones polémicas respecto a Ronaldinho) y la figura de Rino Gattuso, con abrigo y muletas a un lado del terreno, el equipo anfitrión salió a protagonizar la gran fiesta del fin de semana italiano. El Udinese, por cierto, fue otro invitado de lujo.
El primer grito de la noche llegó muy rápido. Favalli desbordó por la izquierda, envió un centro preciso al corazón del área, para que Pato ejerciera un inmenso gesto técnico y acomodara la cabeza para enviar el balón al palo más lejano del portero. Recién iban cuatro minutos de juego.
A los 7, fue el turno del regresado Kakà, sin signos de dolor en la zona abdominal, la estrella brasileña recibió un pase de su comaptriota Pato y definió sólo ante la portería. Luego, Di Natale recortaría la distancia, pero Pato, con un oportuno disparo de zurda y Seedorf, al aprovechar un rebote, disponían del 4-1, antes de que finalice la primera mitad.
Apenas iniciada la segunda parte, Kakà volvió a convertir con un derechazo delicioso y sentenció así el 5-1 final. El resto del duelo sólo sirvió para completar el partido, ya que el Milan hizo lo que quiso durante los noventa minutos.
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