miércoles, 21 de enero de 2009

Cristianos (ronaldos) contra el Messías


Se veía venir. Hacía tiempo que la gente iba por ahí diciendo que Messi es el mejor jugador del mundo. Los feligreses de la iglesia Cristiana, en su vertiente Ronalda, no se lo querían creer. "¿Dónde pone eso?", les decían. El portugués ha ganado el Balón de Oro, es alto, es guapo y tiene un Ferrari (o tenía). Y Messi, ¿qué tiene? Si dice que es el mejor jugador del mundo, que lo demuestre. Los cristianos (ronaldos) pedían pruebas fehacientes para corroborar tamaña afirmación. Un Messías no es verdadero si no tiene credenciales para acreditar su condición. Como mucho puede ser segundo.

Ronaldo es mejor porque ganó el Balón de Oro hace mes y medio. Los seleccionadores y capitanes nacionales del ámbito FIFA no les han querido quitar la razón a los de France Football y por eso fue Pelé a entregar el premio. Para el año que viene, viene Maradona. O para el siguiente, porque para entonces tanto Diego como Messi serán flamantes campeones del mundo.

Tarde o temprano tiene que llegar el Mesías. Está escrito. Si Agüero es el yerno de Dios, Messi es su hijo. Por muchas cosas. Por su capacidad para sortear rivales, porque es bajito, porque juega en el Barça, porque le llaman pulga igual que le podían haber llamado pelusa, por la mano, por el gol que le metió al Getafe y por el que le metió el otro día al Atlético, sin ir más lejos. Maradona ha sido la mano de Dios, que se fue, y Messi es el pie de oro, que recién llegó, según reza la canción.

El caso es que, de momento, Messi se está acostumbrando a ser segundo. Igual que Cristiano se está acostumbrando a ser primero. Primero en la Premier, primero en la Champions, primero en número de goles y primero, a fin de cuentas, en todas las quinielas. Si en cuestiones de fe pudiera concebirse una diarquía celestial, tanto Messi como él tendrían un trono asegurado entre las nubes. Pero como dios no hay más que uno, este año le toca ejercer al portugués. Sus méritos ha hecho.

Los que esperan la llegada del Messías tendrán que dedicarse a lo que se han dedicado hasta ahora, a esperar. Y los cristianos (ronaldos) vivirán su religión con la tranquilidad de Santo Tomás, que metió el dedo en la llaga para creer. Ellos han visto como su dios recibía por dos veces los galardones que le acreditan como eso, como dios del fútbol, y entonces creen. Para los que creen en Messi, que tengan fe.

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