jueves, 29 de enero de 2009

David y Victoria: el mundo de la imagen de lujo


Los estadios de fútbol vivieron estos días momentos de grandes encuentros, deportivos y personales, con espectadores de lujo que dejaron en las retinas imágenes para la historia.
Histórico fue el debut de David Beckham con la camiseta del Milán, la tercera gran vestimenta de su carrera deportiva después de las del Manchester United y del Real Madrid. Son tres de los más grandes clubes del mundo y suman títulos con el mismo afán con que los niños coleccionan cromos.
A sus 33 años, Beckham cumplió su sueño de endosarse la camiseta "rossonera" (rojinegra) del Milán, en un amistoso disputado en Dubai contra el Hamburgo, finalizado con empate a un gol (Ronaldinho por los italianos y Benjamín por los alemanes).
Lo de menos fue el resultado. Lo importante era el debut de Beckham, el futbolista que gana más como hombre anuncio de grandes marcas que como jugador, y la presencia de su esposa, la "Spice Girl" Victoria Adams, en la tribuna con el pequeño Cruz, vestido con la camiseta del Milán.
De Beckham no se esperan muchos goles en el Milán, pero cada uno de sus gestos, movimientos, decisiones y declaraciones suyas y de Victoria Adams harán más publicidad por el club que una millonaria campaña de imagen.
Sin duda el dueño del Milán, el también primer ministro italiano Silvio Berlusconi, será el que más disfrute con el fichaje del inglés, no en vano parte de sus empresas pertenecen al mundo del espectáculo (cadenas de televisión y compañías de publicidad), un terreno en el que se mueve como pez en el agua.
Todo lo que rodea a "Becks" y a Victoria forma parte del mundo de la imagen de lujo. De lujo son sus contratos publicitarios y de lujo son sus caprichos, el último, si hay que creer a la prensa sensacionalista británica, la supuesta compra de una planta entera del que será el rascacielos más alto del mundo (más de 800 metros), la torre Burj Dubai.
Torres más altas cayeron, bien podría decir Diego Armando Maradona, que en el Mundial de México 1986 derribó a los rascacielos ingleses, que se pasaron el partido preguntándose cómo era posible que un pequeño como aquel les hubiera vuelto locos.
Sin el "glamour" de Victoria Beckham, Maradona también fue un espectador de lujo en el partido que el Barcelona ganó por 3-1 al Mallorca el pasado sábado.
El seleccionador argentino mantuvo sendos encuentros con la historia y con el futuro. Bajaba las escaleras hacia el palco y alguien le tocó en el hombro. Se volvió y allí estaba el futbolista que definió en sus memorias "un jugador fantástico": Johan Cruyff.
Se saludaron cariñosamente y esa imagen sirvió para ilustrar en el Camp Nou un trozo de historia del Barcelona, al que pertenecieron ambos como jugadores y Cruyff también como entrenador, y del fútbol mundial.
Luego, el "Pibe" se sentó al lado del futuro, al lado de Leo Messi, su sucesor, al que quiere mimar para que sea "el rey". El martes, en el Vicente Calderón, Maradona pudo ratificar que su pupilo no va mal encaminado hacia el trono: marcó los tres goles del Barça y volvió tan locos a los defensas colchoneros como Maradona en México'86 a los ingleses.
Cruyff y Maradona representaron en el pasado un fútbol de altísima calidad, un verdadero espectáculo para los aficionados.
Messi sigue su trayectoria, mientras Beckham hace tiempo que descubrió que no necesitaba ser un genio en el campo para convertir su vida en un lujo millonario fuera de las canchas.

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