jueves, 6 de agosto de 2009

David Beckham vs. la arrogancia gringa

Después de ver las escenas en donde David Beckham, en el medio tiempo de un amistoso entre el Galaxy y el Milán, retó a un espectador que lo insultó a bajar a las gradas y a enfrentarse a él como “hombrecito”, no pude evitar desternillarme de la risa.

Primero, por la apariencia del integrante de la porra “Riot Squad”, que torpemente avanzó para “darle su merecido a Beckham”, un tipo fofo y pasado de peso. ¿Esperaba realmente ese sujeto, cuando dio esa especie no de salto, sino de aplicación de la gravedad, realmente hacerle “daño” a un atleta de alto rendimiento como Beckham?

Segundo, por la cobardía de la porra gringa –en el fútbol, hasta la porra estadounidense es de segunda categoría-, que fueron protegidos de la tunda que les propinaría el inglés por la policía. Así cualquiera grita, envalentonado, de lejitos.

Tercero, por la “indignación” que causó la actitud de Beckham. ¿Cómo se atreve un inglés, vociferan, a despreciar a la “gran” liga del “mejor país del mundo” (mega-sic)? Claro está, no pueden estos autoproclamados decadentes razonar que su país no es el mejor del mundo desde hace mucho tiempo y que jamás lo fue en el fútbol, mismo que ellos, para burla del resto del mundo civilizado, llaman “soccer”.

Cuarto, por el total desconocimiento de las relaciones entre jugadores y público en lugares como Europa y Sudamérica. Esto que hizo Beckham es lo usual, y es parte de la pasión del fútbol. Estos mequetrefes creen que ser aficionado al deporte más popular del mundo es lo mismo que apoyar a un equipo de americano, o de béisbol.

Ah, de que buen humor me ponen los eternos aspiracionales futbolísticos estadounidenses, mediocres conformistas que sueñan con ganar el mundial en 2010 de acuerdo a sus “planes” -grandemente ignorados por el resto del mundo- y que se sienten “grandes” por vencer a un equipo en decadencia y de segunda o tercera categoría, como México.

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